Carlos Bruce
Ante la situación financiara insostenible de Agrobanco, el gobierno ha presentado un proyecto de Ley para convertirlo en un fondo que estaría en el ámbito del FONAFE y adscrita al Ministerio de Agricultura. Se ha anunciado que este fondo funcionaría como un banco de segundo piso, con lo cual se estaría dejando de lado fórmulas probadamente fracasadas.
Agrobanco, al operar como banco de primer piso atendiendo el financiamiento crediticio de sectores de ingresos precarios ha terminado como se podía temer: necesitado de capital para sobrevivir, con deudas casi incobrables que superan los S/.780 millones, morosidad de 40% y con más de 400 créditos fraudulentos. Es decir, un generador de déficit fiscal tal como lo fue la otrora banca de fomento estatal de triste recordación.
Esto ha ocurrido por haber tropezado con la misma piedra. El Estado no puede hacer de banquero prestamista para un mercado objetivo que antes que crédito necesita subsidio para salir de aprietos. Por ello, ahora lo más apropiado es atender a los sectores bien focalizados del agro buscando su financiamiento a través de las instituciones financieras supervisadas por la SBS.
Esta figura del fondo que se ha propuesto debería ser parecida a la del Fondo Mivivienda, ya que no se ofrecería préstamos directamente, sino que se habrá de canalizar fondos vía bancos, cajas y financieras. Se trata de crear un sistema de promoción y búsqueda de financiamiento con subsidio controlado para los sectores menos favorecidos del agro.
Mediante una simpe comparación entre Agrobanco (banco de primer piso) y el Fondo Mivivienda (banco de segundo piso), creados ambos hace más de 16 años, veremos que hoy, el primero está quebrado financieramente y casi sin capital social, mientras que el segundo cuenta con una capital social que supera los S/:3,300 millones. Las razones están a la vista.
No es posible que de toda la deuda incobrable de Agrobanco, el 62%, o sea, S/:484 millones provengan de créditos otorgados a 52 grandes empresas que no necesitan de este tipo de crédito dadivoso. En buena hora que se apunte ahora a reconvertir este sistema a todas luces perjudicial para el Estado y para el sector que busca promover.
Con decisión, creatividad y participación eficiente del sector privado, no hay razón para que lo que funcionó bien en el sector Vivienda con el Fondo Mivivienda, no ocurra lo mismo en el sector agropecuario.