Edwin Donayre
Resultan cuestionables los términos de la renuncia del señor Kuczynski, quien pretende responsabilizar al Congreso de obstaculizar y entorpecer su gestión.
A título personal, pero también del trabajo observado de los otros señores congresistas, puedo sostener con total sinceridad que nadie ha obstruido su gobierno, ni nadie ha realizado actos contrarios a la Constitución o al Reglamento del Congreso, ni ha abusado de sus facultades. Pero más importante aún, nadie ha inventado pruebas en su contra ni las ha fabricado.
En las últimas semanas, he corroborado las imputaciones que lo involucran y leído los informes, cotejado fechas, depósitos y movimientos bancarios recibidos por el señor Kuczynski en los años 2004, 2005 y 2006 cuando fue Primer Ministro y Ministro de Economía.
Producto de ello, también he encontrado un símil en los modelos utilizados para otorgar la buena pro y “levantar dinero» de inversionistas, teniendo como garante y perjudicado al Perú; se trata de un patrón utilizado tanto en la concesión del Gas de Camisea como en la del aeropuerto de Chincheros, en H2 Olmos y en IIRSA Sur.
Todo ello lo he realizado con objetividad y sin ningún prejuicio y puedo afirmar sin temor a equivocarme, que el Presidente renunciante mintió y ocultó al país sus vínculos y cuentas con Odebrecht, sus empresas socias y con la empresa Hunt Oil.
Las evidencias son abrumadoras en su contra y el Congreso no puede hacerse responsable ni ser calificado como obstruccionista. El Parlamento únicamente buscó preservar la ética y moral que debe observar un Primer Mandatario, características que ya no se encuentran en el señor Kuczynski, más aún con los últimos videos que evidencian su incapacidad moral, la cual no puede ser endosada al Congreso, sino única responsabilidad del corruptor, que ofrece una prebenda a cambio de un voto a su favor.
El vínculo entre los oferentes y el favorecido con la pretendida votación es innegable e incuestionable. Culpar de ello al Congreso es un nuevo acto inmoral. La destitución del señor Kuczynski es consecuencia de sus propias decisiones, que son negados una y otra vez mediante una defensa endeble y cínica.
Cuestiono esta renuncia porque atribuye una culpa a un Congreso que solo quiere defender los principios fundamentales de nuestra democracia.