Por: Víctor Raúl Trujillo
La huelga nacional de los maestros del Perú fue un indicio de la crisis del gobierno que el 52% de la población eligió en la cuarta elección democrática del siglo XXI. Pero el Ejecutivo, al parecer, no ha ponderado el carácter ni el efecto de la huelga: su rasgo de cisma dirigencial que toca un problema social-estructural que la democracia no ha resuelto. Y el efecto de crisis de gobernabilidad de un Gobierno, técnico pero no político.
La coyuntura política a la que este Gobierno se enfrenta, es un eco de la crisis política de los noventa, sus mismos actores, la misma ideología enfrentada a la que hoy sostiene diecisiete años de democracia. El gobierno acciopopulista minimizó el problema, en el noventa se asestó un duro golpe con la Captura del Siglo, pero una labor silenciosa y sigilosa ha advertido al país, la actualidad del fenómeno. ¿Qué hace el Gobierno? Desde el Legislativo, una suma importante de bancadas, salvo Fuerza Popular, busca tender puentes de diálogo con los huelguistas: porque llega a Lima, pero su origen es regional. Resultado: crisis del Gabinete.
¿Qué ha fallado? La Reforma implementada por el Acuerdo Nacional no, sino sus ejecutores. Este gobierno, réplica del pasado humalista ha resultado contrario a los principios que lo sustentaban: inclusión social, gobernabilidad, desarrollo con infraestructura. La huelga y su efecto de haber sido interpelada la Ministra de Educación indican que la inclusión social ha sido un montaje de una izquierda aburguesada; el cambio de Gabinete y el intento denodado de muchos de reinterpretar el artículo 133 de la Constitución, si la crisis del Gabinete alcanza a todos los Ministros o solo a algunos, indican la ingobernabilidad del Régimen; la corrupción que ha alcanzado al gobierno anterior indican que el desarrollo de infraestructura encubría acuerdos, conveniencias, contrarias a la norma y el Derecho.
¿Cómo conducirá el Gobierno el actual Gabinete, presidido hoy por la Dra. Mercedes Aráoz? Se requiere un equipo que logre combinar la agudeza técnica con el instinto político, así como con la voluntad y firmeza de la autoridad presidencial. El desarrollo del país no debe estar en medio del cálculo, o el juego de intereses ni de bancadas mayoritarias, ni de preacuerdos de ministros. El país necesita de horizontes, libre del peligro de la violencia política y de la inexperiencia de los que gobiernan. Este cambio de Gabinete deberá ser una oportunidad para fortalecer la Democracia e impulsar el desarrollo, resguardando las instituciones. (Con la colaboración del politólogo José Luis Bulnes)