Por: Jose Antonio Perez-Wicht
Marita tiene 24 años, es trabajadora sexual, y es transgénero. Parece la fórmula perfecta, entre azúcar, flores y muchos colores, para terminar siendo el blanco perfecto de todo tipo de violencia que corre por las venas de esta sociedad que no pide permiso ni disculpas para dispararle entre los ojos a quien se contonee por las cornisas entre la “normalidad” y lo diferente. Marita se verá un sinfín de batallas en donde se sufren ataques por todos los flancos que parecen no permitirle ser quien es. En la búsqueda de su identidad y un proyecto de vida, Marita también tendrá que gritar fuerte para hacerse escuchar entre las voces de su familia, su pareja y su mejor amiga.
Por un lado, atrapada en la disyuntiva familiar, en medio de la necesidad de ayudar económicamente a su madre y hermana con los frutos del amor pagado, mientras sufre la acidez de la mirada acusadora de esta madre que irónicamente se siente agredida por la identidad de género que su hijo pregona. Por otro lado, presa del amor a su pareja, quien es víctima y victimario del machismo estructural, incapaz de reconciliar sus sentimientos con la persona que Marita es y siempre ha sido. Y por último, nos encontramos con la mejor amiga de Marita, confidente y pilar de apoyo que también será figura esencial como modelo de identificación y diferenciación en el proceso de construcción de un “Yo”.
La obra explora lugares poco iluminados de lo que significa ser transexual en el Perú y los miedos que pesan en la mochila que se carga. El rechazo familiar, la estigmatización social, la dificultad vincular y la discriminación institucionalizada son algunos de los temas que la obra aborda con sinceridad y valentía. La obra se sostiene en los hombros de cinco actuaciones. Miguel Dávalos, Miguel Álvarez, Tatiana Espinoza, Eduardo Ramos y María José Vega logran emocionar hasta las lágrimas sin sacarnos un par de risas en el camino. Gracias al guión de Daniel Fernández y la dirección de Dusan Fung, El Arcoiris En Las Manos resulta siendo una obra necesaria para estos tiempos de guerra, en donde la libertad y la igualdad parecen querer ser aplastadas por fuerzas ajenas a la razón, pero en donde la luz del arcoíris escapa por cada grieta que encuentra, entusiasmando por un futuro diferente.
La obra se monta en el Centro Cultural Ricardo Palma de jueves a domingo y solo va hasta el 8 de Octubre, importante no perderla.